La Unión Europea


Los antecedentes de la unidad europea

En el fondo del alma de todo europeo existe el sentimiento de pertenencia a una comunidad histórica, Europa, y el recuerdo, posiblemente subconsciente, de que esta Europa giró en el pasado, a favor o en contra, en torno a una entidad política: el Imperio Romano.
El primer intento serio de reconstruir esa unidad lo llevó a cabo Carlomagno. Con base en ese imperio, en tomo al año mil el emperador Otón 111 intentó una tácita y nueva unidad europea. No le fue posible, tanto por su prematura muerte como porque la pretensión era excesiva para la época, aún así la idea imperial se perpetuó con el Sacro Imperio Romano Germánico. Sin embargo, las rivalidades entre los dos pueblos más importantes de estos imperios, francos y germanos, dieron al traste con ellos. La Lotaringia (Países Bajos, Bélgica, Holanda, Luxemburgo, la región de la Renania, Saboya) una región rica en minerales fue durante más de mil años motivo de enfrentamientos entre franceses y alemanes, que lucharían intermitentemente por apoderarse de ella.
Quinientos años después, en el siglo XVI, otro de los sucesores de Car¬lomagno en el Sacro Imperio Romano Germánico, el emperador Carlos V, retomó la idea de la unidad europea mediante su propuesta universitas christiana, nuevo fracaso,
Al alborear el siglo XIX un emperador de nuevo cuño, Napoleón I, se sintió por un momento dueño y señor de una Europa sometida a sus dictados. Napoleón se apoderó de la antigua y rica Lotaringia creando la Confederación del Rin, que después de él volvió a fragmentarse. El penúltimo gran episodio de esa lucha por la Lotaringia, que además de sus riquezas era la frontera entre.dos grandes pueblos y dos modos dife¬rentes de entender la vida, tuvo su manifestación en la guerra franco prusiana de 1870; la parte más útil, Alsácia Lorena, pasó a ser dominio ale¬mán; quedando Francia vencida y humillada.
Ese predominio alemán, junto al fuerte arraigo de las doctrinas nacio¬nalistas durante el siglo XIX y la lucha por los mercados internacionales, entre otros factores, condujeron a Europa a una terrible guerra civil que conocemos con el nombre de Primera Guerra Mundial, tras la cual la ven¬cida y humillada fue Alemania.
Una guerra civil no la gana nadie, sino que la pierde el país que la sufre; eso le pasó a Europa con la llamada Primera Guerra Mundial. Si hasta entonces había sido dueña de su propio destino y había regido, para bien o para mal, el de los demás, después de esa guerra los europeos comenzaron a depender de otras ideas (fascismos y comunismo soviéti¬co) o de países extracontinentales (los Estados Unidos de América).
Con un cierto toque de nacionalismo europeísta y fascista (la llamada defensa de la civilización occidental) y con una cierta añoranza de una Europa unida que nunca existió, comenzaron a resurgir en los años vein¬te las ideas de una Europa unida. A la Italia fascista se le llenaba la boca con la palabra Imperio; a la Alemania nazi y a su dirigente Adolf Hitler le ocurría otro tanto. Pero mientras los fascistas italianos se deshacían en la retórica, los nazis alemanes y su terrible III Reich ocuparon media Europa. La Europa bajo el dominio nazi estaba unida, pero sin ningún tipo de libertades ni derechos sociales.
Al acabar la Segunda Guerra Mundial, Europa queda dividida en dos bloques claramente diferenciados y antagónicos: el de los regímenes comunistas y el de los países occidentales, que a duras penas trataba de seguir viviendo en democracia. En ésta última fue tomando fuerza el sentimiento de la necesidad de unión entre los estados. Ya en la inmediata postguerra (1946) Winston Churchill se declaraba favorable a la construcción de los Estados Unidos de Europa, que acabaran con las rivalidades entre las naciones europeas, organizase y coordinase las economías de los diversos países y, finalmente, formase una tercera potencia mundial frente a la URSS y a EE UU.

El Tratado de París (195 1): la creación de la CECA
Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, un dirigente europeo, el francés Jean Monnet, se dio cuenta de que no se podía repetir el error cometido tras las guerras franco prusiana y la Primera Guerra Mundial de dividir el continente en vencedores y vencidos. Conocedor de la Historia, había advertido que Francia y Alemania llevaban combatiendo mil años y sobre todo desde el comienzo de la Revolución Industríal por los yacimientos de carbón y de hierro de la Lotaringia (Alsacia Lorena de Francia y el Sarre de Alemania). Para evitar nuevas confrontaciones propuso que la producción de carbón y acero de ambos países se hiciera de forma conjunta. Robert Schuman, ministro francés de Asuntos Exteriores de origen lorenés, que se había formado intelectualmente en Alemania cuando su región de origen era alemana y que, incluso había servido en el ejército alemán durante la Primera Guerra Mundial, hizo suyo el plan Monnet.
Por otra parte, al comenzar la década de los cincuenta, casi toda Europa se había recuperado económicamente y seguía creciendo a un ritmo acelerado, pero había perdido peso en el comercio mundial en favor de América del Norte (Estados Unidos y Canadá) y la URSS. Los dirigentes europeos eran conscientes de que esa pérdida de poder comercial se debía a las dos guerras mundiales, debidas en gran parte a la rivalidad económica entre ellos. Se imponía pues, la necesidad vital de mejorar las relaciones eliminando esas rivalidades.
El primer paso en esa unión y mejora de relaciones fue impuesto por las circunstancias. Todos los países del Occidente europeo reclamaban la ayuda económica de los Estados Unidos para salir de la crisis provocada por la guerra. Los estadounidenses forzaron a los peticionarios a que se organizasen entre sí para administrar y distribuir los fondos de esa ayuda, conocida como Plan Marshall. El resultado fue la creación en 1948 de la Organización Europea de Cooperación Económica (OECE), que se encargó de la reconstrucción económica de los países libres y democráticos del continente. Ante la creación de la OECE la Unión Soviética creó al año siguiente el Consejo de Ayuda Económica Mutua (CAME o COMECON), en el cual se integraron todos los países bajo dominio soviético, que se vieron sometidos a una economía planificada de cumplimiento obligatorio.
Simultáneamente tres pequeños estados, Bélgica, Países Bajos y Luxemburgo, para ser económicamente más competitivos a nivel internacional decidieron crear la unión aduanera conocida como BENELUX.
Mientras, el plan Monnet iba calando en los países más desarrollados de Europa. Fruto de él fue la firma del Tratado de París de 1951, en virtud del cual, a propuesta del ministro francés Schuman y para acabar con esa guerra de mil años por la explotación de los recursos de la antigua Lotaringia, se creó la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA), que comenzó a funcionar el año siguiente. En ella se integraron Alemania, Francia, Italia y el BENELUX.
Para su funcionamiento la CECA se dotó de una Alta Autoridad (presidencia colegiada), un Parlamento, un Consejo de Ministros y un Tribunal de Justicia.

El tratado de Roma (1957): nacimiento de la Comunidad Económica Europea (CEE)
La CECA tuvo un notable éxito y los países que la integraban se dieron cuenta de que la colaboración entre ellos podía ser extendida a todos los ámbitos de la economía. Así, encargaron al belga Paul Henri Spaak que redactase un proyecto para ello.
Fruto de las propuestas de Spaak fue la firma en Roma por los seis países de la CECA, el 25 de marzo de 1957, de dos tratados que entraron en vigor el 1 de enero de 1958:
• El Tratado de la Comunidad Económica Europea (CEE), que como su nombre indica centraba su actuación sobre la economía (aranceles, circulación de mercancías y capitales y política agraria común) y dejaba de lado toda cuestión política. La CEE planificó la economía con el acuerdo entre los diversos países que la integraban.
• El Tratado de la Comunidad de Energía Atórnica Europea (EURATOM), para la explotación y el control de la entonces incipiente energía atómica.
Estas dos nuevas organizaciones junto con la CECA formaron el conjunto de las Comunidades Europeas.
La recién creada CEE mantuvo el Parlamento, el Consejo de Ministros y el Tribunal de Justicia que habían sido creados por la CECA.
El Reino Unido, siempre renuente a perder soberanía y a participar en pie de igualdad en la construcción de la nueva Europa, suscitó otra organización con fines exclusivamente arancelarios, la Asociación Europea de Libre Comercio (EFTA), junto a Finlandia, Suecia, Noruega, Dinamarca, Islandia, Suiza, Austria y Portugal, que resultó menos operante. Entre los países de la EFTA no existía planificación económica común.
Europa quedaba así dividida en tres bloques económicos: la CEE, la EFTA y el CAME.

Ampliaciones de la CEE
La Comunidad Económica Europea fue un acierto desde todos los puntos de vista. Además del éxito económico obtenido, contribuyó a debilitar el nacionalismo, fuente de tantos conflictos en el continente.
El desarrollo económico exigía una abundante mano de obra de la que Europa carecía; para compensar ese déficit demográfico se admitieron millones de inmigrantes.
Como deficiencias la CEE tenía el desigual desarrollo alcanzado entre regiones de un mismo país, los problemas medioambientales creados por la nueva industrialización y, sobre todo, la dependencia energética. Esta dependencia energética se agravaría con la crisis de 1973.
El éxito de la CEE hizo que a sus puertas llamasen incluso quienes inicialmente se habían opuesto indirectamente a ella, como los países de la EFTA. Así, poco a poco la CEE se fue ampliando:
En 1973 ingresaron en la CEE Dinamarca, el Reino Unido e Irlanda; era la Euro¬pa de los nueve.
Por esta fecha la Comunidad Económica Europea era ya la tercera potencia económica mundial, pero la no convertibilidad del dólar creó una grave situación financiera y monetaria. Además, la competencia de los Estados Unidos y Japón la estaban relegando. Para hacer frente a la crisis monetaria y facilitar las transacciones dentro de ella, la CEE creó en 1974 el ECU (European Currency Unit o Unidad Europea de Cuenta) formado por una mezcla de las monedas de los países de la Comunidad (el ecu fue el precedente del actual curo). Para hacer frente a la competencia de Estados Unidos y Japón, se coordinó aún más la economía entre los países que la integraban atribuyendo a cada uno de ellos un cupo de producción en los más variados productos.
En 1981 ingresó Grecia: era la Europa de los diez. El ingreso de Grecia se debió más a motivos políticos que a causas económicas. Estaba, y está, desunido territorialmente de los demás países de la CEE y su economía, casi subdesarrollada, no era equiparable a la de ningún otro país de la Comunidad. Pero en la Grecia clásica habían nacido las ideas de libertad y democracia en las que se basaba todo el quehacer de la nueva Europa y no era justo dejar fuera de ella al país que las había dado vida.
En 1986, cuando se incorporaron al grupo de los países democráticos, ingresaron en la CEE España y Portugal; era la Europa de los doce. Más tarde, en 1990, al desaparecer la que antes fuera República Democrática Alemana y unirse a la República Federal su territorio y sus habitantes pasaron a ser parte de la Comunidad; la Alemania unida tuvo que hacer un gran esfuerzo para situar en pie de igualdad la economía de sus nuevos compatriotas.
En 1995 entraron a formar parte de la CEE Austria, Finlandia y Suecia, pafses donde hubo una fuerte oposición a la integración; la actual Europa de los quince. Noruega, cuyo gobierno había firmado el corresponáiente tratado de integración, rechazó en referéndum su pertenencia a la Europa unida por motivos esencialmente ecológicos y pesqueros.

Tratado del Acta Única: nace la Comunidad Europea
A medida que la Comunidad se iba ampliando resultaba más difícil adoptar acuerdos por unanimidad, que es como se venía haciendo. En 1986, por medio de la llamada Acta única Europea, que entró en vigor en 1987, se decidió que en el futuro para la toma de decisiones bastaría la mayoría cualificada en la mayor parte de los nuevos acuerdos. Como además de conseguir un mercado único en el horizonte de 1993, se anunciaba también el proyecto de elaborar una política exterior común, es decir, de rebasar el ámbito puramente económico, la Comunidad Económica perdió este adjetivo y se transformó en Comunidad Europea (CE).
El Acta única Europea supuso una gran reforma del Tratado de Roma. Al amparo de ella los Estados comunitarios se fijaron tres principales objetivos:
1.' La libre circulación de personas, bienes y servicios por un espacio común y sin fronteras (el mercado único).
2.' La intensificación de la cooperación política.
3.' La creación de un Sistema Monetario Europeo (Banco Europeo, moneda única)
Sin embargo, el logro de estos tres objetivos se vio frenado por los diferentes niveles de desarrollo existentes entre los Estados comunitarios. Por ejemplo, los países de la órbita mediterránea, como España, demandaron una política de cohesión y solidaria que posibilitase la desaparición de los contrastes económicos y sociales. Esta política de cohesión se materializó, entre otros instrumentos, en los llamados fondos estructurales.

El tratado de Maastricht (1991): nacimiento de la Unión Europea
Después de la caída del muro de Berlín en 1989 y la desaparición del bloque oriental, la Comunidad Europea se intentó dar una nueva configuración para adaptarse mejor a la nueva política del continente.
El presidente francés François Mitterand y el canciller alemán Helmut Kohl propusieron una Unión Monetaria y Económica, así como una política exterior común; el presidente del gobierno español Felipe González sugirió que, además de lo anterior, era necesario tender hacia una ciudadanía europea capaz de superar las tendencias centrífugas de los nacionalismos.
Tras intensas negociaciones, el 10 de diciembre de 1991 se firmó en la ciudad holandesa de Maastricht el Tratado de la Unión Europea, que recogía las propuestas de los dirigentes políticos citados anteriormente y cuya finalidad era superar el aspecto puramente mercantilista de la Comunidad Económica Europea.
El nuevo tratado era una profunda reforma del tratado fundacional de la CEE y por eso tuvo que ser refrendado por todos los parlamentos nacionales. Entró en vigor en 1993.
Las principales novedades del Tratado de la Unión Europea son:
Creación de una moneda única, más tarde llamada euro, que entraría en vigor como unidad de cuenta el día 1 de enero de 1999 y que el día 1 de enero de 2002 sustituyó a las monedas nacionales de once países. Para poder integrarse en la moneda única los países tuvieron que aceptar previamente los llamados criterios de convergencia: una deuda y déficit públicos e inflación similares. Once países se integraron en esa moneda y no lo hicieron Grecia, por no cumplir dichos criterios, y el Reino Unido, Dinamarca y Suecia por no considerarlo conveniente.
La moneda única llevó consigo la creación de un Banco Central Europeo (BCE) al que los respectivos bancos nacionales transfirieron parte de sus reservas de divisas y su capacidad de emisión de moneda, con lo cual perdieron el control del dinero circulante, tan importante, por ejemplo, para luchar contra la inflación.
Creación, de la ciudadanía europea, manifestada en aspectos tales como el que cualquier ciudadano de la Unión pueda circular libremente por ella, ser elegido para cargos municipales en la localidad donde resida sin importar el país de origen, o la defensa consular de cualquier ciudadano europeo por la representación de un país diferente al suyo de origen. La libre circulación de personas fue regulada por los acuerdos de Schengen en 1995.
Creación de Fondos de Cohesión, destinados a favorecer la convergencia o aproximación económica de los países más atrasados (aquellos cuyo PNB per cápita es inferior al 90% de la media europea) con los más desarrollados, mediante la mejora de las infraestructuras de transporte y la política medioambiental. Los países más favorecidos por ellos fueron Portugal, España y Grecia.

El Tratado de Amsterdam (1999)
En 1999 tuvo lugar la firma del Tratado de Amsterdam, que vino a ser algo parecido a una nueva constitución de la Unión Europea. Las principales novedades fueron:
Suspensión del derecho de voto del Estado que cometa una violación «grave y constante» de los Derechos Humanos.
Creación de una política social común.
Creación de una Política Exterior y de Seguridad Común (PESC), tal y como había sido prevista con la firma del Acta única, cuyo primer representante («míster PESC») fue el español Javier Solana.
Creación, en el espacio de cinco años, de un espacio judicial europeo, según acuerdo adoptado en el Consejo extraordinario celebrado en Tampere (Finlandia), en octubre del mismo año.
Consecuencia de lo acordado en Amsterdam respecto a la PESC, fue la potenciación de la política exterior europea, merced a la cual la Unión pudo mostrarse firme e intervenir en Kosovo, junto a la OTAN, para evitar el genocidio que estaba llevando a cabo el presidente de la nueva Yugoslavia, integrada sólo por Serbia y Montenegro, Slobodan Milosevic a quien se forzó a dejar la presidencia.
Se establecieron también las bases y las cuotas nacionales para la creación de un futuro Euroejército, que integrado por 60.000 hombres, estuviese preparado para intervenir allí donde los intereses europeos lo hiciesen necesario, tanto en misiones de guerra como, y sobre todo, en misiones de paz.
También dentro de esa Política de Seguridad Común se produjo la unificación de las diversas empresas nacionales que formaban el consorcio Airbus (entre ellas la española CASA), para el desarrollo de un futuro avión europeo de combate y de una industria militar de alta tecnología. Se pretendía con ello afianzar la independencia tecnológica europea en lo militar y reducir los altos costes que este tipo de industria conlleva.

El tratado de Niza. (2000)
El Tratado de Amsterdam, que daba vía libre al ingreso de 12 nuevos estados, dejó sin resolver el importante asunto del funcionamiento de esa nueva Europa de 27 países. Era evidente que la estructura institucional de una Europa concebida para la unión de seis países ya creaba problemas en una Europa de quince. Con aquella estructura la Europa de 27 resultaba inviable,
En el Tratado de Niza del 7 de diciembre de 2000 se acordó, provisionalmente, que la futura Comisión Europea no creciese desmesuradamente, pero que al menos cada país tuviese un comisario; que el futuro Parlamento estuviese formado por 740 eurodiputados; que se ponderase el voto de cada país en el Consejo Europeo en beneficio de los grandes países, pero se aumentaron los mecanismos de bloqueo para evitar que uno de esos países grandes pudiese imponer su voluntad a todos los demás; que se redujera el número de acuerdos para los cuales es necesaria la unanimidad, aunque manteniendo el derecho de veto para las cuestiones más importantes (seguridad social, régimen fiscal, política de cohesión) y, finalmente, que se consagrase la Europa de las dos velocidades, es decir, se autorizaba a los países que no estuviesen en condiciones de unirse a los demás en una determinada política a no hacerlo.
El Tratado de Niza dejó también muy variados asuntos sin resolver de forrna definitiva como el futuro funcionamiento de la Comisión.
Fruto del Tratado de Niza fue la apertura de negociaciones con los nuevos países que querían integrarse en la Unión. En el Consejo Europeo de Sevilla en junio del año 2002, se acordó abrir negociaciones con Estonia, Letonia, Lituania, Polonia, Chequia, Eslovaquia, Hungría, Eslovenia, Malta y Chipre; en el extraordinario de Bruselas de octubre de 2002, se acordaron las medidas de financiación para el ingreso de esos diez países y el 17 de abril de 2003 se firmó el tratado de adhesión en Atenas.
Como las reticencias ante la ampliación de los entonces socios que recibían más ayudas del FEOGA eran muchas y tenían el temor de verlas recortadas, se decidió que las ayudas a la agricultura se mantuviesen en los mismos niveles hasta el año 2013. Salvo imprevistos esos países del Este se incorporarán a la Unión el año 2005.
A Rumania y Bulgaria se les dio un plazo de dos años más para ajustar su economía a la del resto, aunque pidieron que las negociaciones para su ingreso fuesen llevadas por los quince países que integraban la Unión en 2003 y que sus vecinos del Este no tuvieran participación en ellas, ya que temían que se les impusieran condiciones muy duras.
En el caso de Chipre se presentó el problema de la ocupación de parte de la isla por Turquía y se decidió que en caso de que este país no abandonase la parte ocupada ingresase en la Unión el Chipre independiente.
Turquía vio rechazada momentáneamente su integración por no llevar en la vida práctica una política realmente democrática a pesar de los indudables progresos en este sentido. El triunfo electoral de un partido islamista en 2002 creó cierta inquietud respecto a la evolución democrática del país.
Estonia, Letonia, Lituania, Polonia, Chequia, Eslovaquia, Hungría, Eslovenia, Malta y Chipre 1 de enero de 2004
Rumania y Bulgaria 1 de Enero de 2007

Tratado de Lisboa (2007)
El Tratado de Lisboa se firmó el 13 de diciembre de 2007. Antes de entrar en vigor, deberá ser ratificado por cada uno de los 27 Estados miembros, lo que se espera tenga lugar antes de las próximas elecciones al Parlamento Europeo de junio de 2009. Sus principales objetivos son aumentar la democracia en la UE –como respuesta a las elevadas expectativas de los ciudadanos europeos en materia de responsabilidad, apertura, transparencia y participación–, e incrementar la eficacia de la actuación de la UE y su capacidad para enfrentarse a los actuales desafíos globales, como el cambio climático, la seguridad y el desarrollo sostenible.
El acuerdo sobre el Tratado de Lisboa siguió a las discusiones mantenidas para la elaboración de una Constitución. El “Tratado por el que se establece una Constitución para Europa” fue adoptado por los Jefes de Estado y Gobierno en el Consejo Europeo de Bruselas de 17 y 18 de junio de 2004, y firmado en Roma el 29 de octubre de 2004, pero nunca llegó a ratificarse.


Objetivos de la Unión Europea

De lo expuesto en líneas anteriores y de la lectura de los diversos tratados y acuer dos, como resumen podemos decir que los objetivos fundamentales de la actual Unión Europea son:
1. Libre circulación de personas, mercancías, capitales y servicios.
2. Política agraria común (PAC).
3. Creación de una moneda única.
4. Creación de Fondos de Cohesión.
5. Creación de la ciudadanía europea.
6. Creación de una política social común.
7. Creación de una Política Exterior y de Seguridad Común (PESC).
S. Creación de un espacio judicial europeo.
De esos objetivos se han alcanzado ya totalmente los cuatro primeros y parcialmente los otros cuatro.

Problemas de la Unión Europea
Uno de los grandes problemas de la Europa comunitaria fue la toma de decisiones por unanimidad. Después de los tratados de Maastrich y Niza ese problema quedó solucionado, al menos provisionalmente..
No ha pasado lo mismo con la política de defensa común. Aunque la Unión Europea Occidental (UEO) quiere constituir una organización defensiva común ente los países de la Unión e incluso, se ha avanzado en la creación de un embrionario Euroejército, Europa sigue dependiendo en exceso de la OTAN. La UEO debe potenciarse más. Otro tanto debe decirse de la PESC y de la Política Social.
Pero con todo, el mayor problema de la Unión Europea es el déficit democrático; esto es, la mínima intervención de los ciudadanos y de sus representantes, los eurodiputados, en la toma de las grandes decisiones.
Otro déficit es el de la integración política. Así, mientras que en la integración económica se han alcanzado niveles notables y, generalmente, satisfactorios, el nacionalismo de los países de la Unión sigue frenando la integración política. En el año 2002 se creó una Convención de la que forman parte eminentes personalidades de todos los países, para redactar un proyecto de Constitución Europea y acabar así con los problemas de integración política y déficit democrático de la Unión. Todo parece indicar que se optará por una forma federal, aunque no está muy claro si la presidencia será ejercida como ahora en forma rotatoria, o se elegirá un presidente por un plazo de años determinado; las opiniones están muy encontradas.
Otra acusación que se le hace a la Unión Europea actual es el no reconocimiento de la importancia que las regiones tienen en el presente y tendrán en el futuro de la construcción de la Europa unida. Hay quien pide que en las elecciones al Parlamento europeo las actuales circunscripciones nacionales (lista única para todo el Estado) sean sustituidas por circunscripciones regionales.

Prioridades actuales
Reforma económica, más empleo, lucha contra el cambio climático y la inseguridad energética, inmigración y seguridad ciudadana: son los temas centrales de la estrategia de la Comisión para el año 2009. En palabras de José Manuel Barroso, “2009 será un año importante para la UE, con la posible entrada en vigor del Tratado de Lisboa, un nuevo Parlamento Europeo y una nueva Comisión Europea”.


Relaciones de la Unión Europea con el resto del mundo

A pesar de la existencia de la PESC, el hecho cierto es que la Unión Europea no funciona como unión en las relaciones exteriores, sobre todo en el ámbito de lo estrictamente político, aunque las posiciones de los países que la integran se van aproximando, todavía son frecuentes las diferencias. A título de ejemplo: cuando se desintegró la antigua Yugoslavia, algunos países corno Alemania se apresuraron a reconocer a las nuevas repúblicas, mientras los demás adoptaron una actitud de espera; en las relaciones con Estados Unidos, el Reino Unido siempre se muestra a su favor, en tanto los otros miembros de la Unión se muestran con frecuencia más renuentes; en la crisis de Irak (2003) se vio, una vez más, esa división de los países de la UE.
En lo que la Unión sí ha sustituido a los estados nacionales es en los acuerdos económicos con terceros países. Por ejemplo: el acuerdo de pesca con Marruecos, que tanto afecta a España, fue negociado sin éxito por la Unión Europea. Es la misma Unión la que negocia con los países africanos del área mediterránea o con los iberoamericanos.
Entre los acuerdos internacionales más notables destacan los firmados en Yaoundé (Camerún) con los países del área francófona y en Lomé (Togo) con 69 países de África, el Caribe y el Pacífico, todos los cuales habían sido colonias francesas e inglesas; en ambos acuerdos la Unión Europea concede ventajas arancelarias y ayudas para fomentar el desarrollo.
En la actualidad, la Unión Europea junto a los antiguos países de la EFTA no integrados en la Unión (Noruega, Islandia y Liechtenstein), forma el Espacio Económico Europeo (EEE) en el cual las tasas arancelarias prácticamente han desaparecido. De hecho entre los países de la Unión realmente ya no existen.
La Unión Europea, primera potencia comercial del mundo y ligada a otros muchos países que antes fueron colonias europeas, contribuye más que nadie con Fondos de Ayuda al Desarrollo, al bienestar de las naciones más desfavorecidas.

 

1952: Italia, Francia, Luxemburgo, Bélgica, Alemania y Países Bajos
1973: Dinamarca, Irlanda y Reino Unido.
1981: Grecia.
1986: España y Portugal.
1995: Austria, Finlandia y Suecia.
2004: República Checa, Estonia, Chipre, Letonia, Lituania, Hungría, Malta, Polonia, Eslovaquia y Eslovenia.
2007: Bulgaria y Rumanía

 

 

 

 

 

 

 

España en la Unión Europea

El proceso de integración
No hay más que repasar la Historia para ver que los sentimientos europeístas aunque confundidos en ocasiones con el concepto de Cristiandad, nunca fueron escasos en nuestro país.
Ya en el siglo XX, cuando se empezaba a pensar que la Primera Guerra Mundial había sido realmente una guerra civil europea y que la posible unión de los pueblos europeos no traería más que beneficios, el filósofo español Ortega y Gasset proponía esa unión.
Sin embargo, y a pesar de que el pensamiento europeísta de Ortega reflejaba el sentir generalizado de la mayoría de los intelectuales y políticos españoles de su época y de las generaciones siguientes, cuando se dieron los primeros pasos para una unión europea realmente eficaz, España estuvo ausente. Las causas de este retraso las veremos a continuación.

La época de Franco
La Comunidad Económica Europea había sido constituida por países con regímenes democráticos y unas economías complementarias entre sí. En la España de Franco no se daban ninguna de ambas condiciones, pero la guerra fría y la pertenencia de España al mundo occidental, hicieron concebir esperanzas de que los países de la CEE tendrían abiertas las puertas a España.
En 1962, el ministro español de Asuntos Exteriores, Castiella, solicitó la apertura de negociaciones para la integración de España en la CEE; dadas las condiciones políticas antidemocráticas españolas su petición no fue atendida.
No obstante, en 1970 se firmó entre la CEE y España un Acuerdo Preferencial de Comercio que afectaba sólo a la industria española y no tenía en cuenta la producción agraria (vino, aceite, frutas y hortalizas), que era precisamente la que más importaba a España, país entonces subdesarrollado.
Después de la muerte de Franco y tras la implantación de la democracia'en nuestro país, en 1977 se iniciaron formalmente las negociaciones para el ingreso de España en la CEE.


La integración
La Constitución de 1978 abrió nuevas perspectivas en el camino hacia Europa y permitió el ingreso de España en el Consejo de Europa,* lo que suponía la homologación democrática de nuestro país, condición indispensable para la integración en la CEE.
En 1982 se intensificaron las negociaciones y en el Consejo Europeo de 1983 se vinculó la ampliación de la Comunidad y con ello la incorporación de España a la resolución de los problemas presupuestarios.
Tras salvar las reticencias francesas al sector agrario español, el 12 de junio de 1985 se firmó el Tratado de Adhesión por el cual España se integraba de pleno derecho como el undécimo Estado miembro de la CEE. Ese mismo año se integró también Portugal. Este tratado firmado en Madrid entró en vigor el 1 de enero de 1986.

Consecuencias iniciales de la integración de España en Europa
Ya antes de la integración y para hacer más competitiva la industria española, hubo de hacerse una dura reconversión industrial que, unida a la iniciada tímidamente por los gobiernos de UCD, tuvo un fuerte impacto social.
Los ministros Boyer y Solchaga fueron los mentores de la ley de reconversión de 1984 que se proponía resolver los problemas de los sectores siderometalúrgico, naval, de defensa, minero y textil. Los empresarios dijeron que tal ley era una «nacionalización burocrática» de la industria, y los sindicatos que produciría millones de parados. En dicha ley se preveía la creación de Fondos de Promoción de Empleo (FPE) y Zonas de Urgente Reindustrialización (ZUR),
El resultado de la ley fue ambiguo porque., si bien es cierto que se modernizaron muchas empresas privadas, que en caso contrario hubiesen tenido que cerrar con lo que el paro hubiese aumentado, hubo otras de propiedad estatal que sí cerraron. Por ejemplo, Altos Hornos del Mediterráneo (Sagunto), el 50% de los astilleros, y la remodelación de la Empresa Siderúrgica Nacional (ENSIDESA) en Asturias. Mientras, se creó la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI), para gestionar las empresas públicas que obtenían beneficios (Telefónica, ENDESA electricidad y CAMPSA, entre otras). En cambio, las empresas públicas con pérdidas fueron agrupadas en la Agencia Industrial del Estado, que preparó su liquidación o su reconversión.

Consecuencias posteriores a la Integración de España en Europa
La incorporación de España a la Comunidad Europea en 1986 significó el fin de la política proteccionista, de la permisividad con la inflación y de la devaluación como procedimiento para luchar contra el desequilibrio de la balanza comercial. Ese coniunto de limitaciones que, en principio podían ser peligrosas para nuestra economia, se vieron mitigadas por el crecimiento de nuestros socios comunitarios, del que se benefició España, y por la caída de los precios del, petróleo en el mismo año de 1986.
Fue necesario un nuevo reajuste (regulación del empleo temporal, nuevas reconversiones) del que las empresas salieron con unas plantillas más proporcionadas a su productividad real y con un endeudamiento menor.
Se inició un nuevo ciclo expansivo en la economía y el empleo creció más que en ningún otro país desarrollado, aunque el paro siguió siendo excesivo. Por ello durante el trienio 1987 89 se produjo un auténtico boom de la economía española, pero la divergencia entre la demanda interna (alta) y la producción interior (baja) provocó en los dos años siguientes un incremento del déficit exterior.
Por ello y para imponer una cierta disciplina en la política cambiaria, el gobierno decidió la incorporación de la peseta al Sistema Monetario Europeo (SME) en 1989, dos años y medio antes de que fuera necesario. A partir de ese momento la política monetaria tuvo un predominio excesivo (mantenimiento a toda costa de la paridad de la peseta respecto al dólar y sobre todo al marco alemán) en perjuicio del sector puramente productivo, que fue en gran parte desmantelado.
La pertenencia a la Comunidad Europea y al SME impidió la corrección de ese estado de cosas mediante la intervención en los mercados de bienes y servicios. La única solución era una política presupuestaria rigurosa, que no se llevó a cabo porque el gobierno había quedado muy debilitado socialmente después de la huelga general del 14 de diciembre de 1988. El resultado fue un gran déficit en la balanza comercial y un aumento desproporcionado de la deuda exterior, tanto pública como privada.
A partir de 1996 los gobiernos del Partido Popular intentaron acompasar nuestra economía a la de la Unión Europea mediante el llamado proceso de convergencia, para lograr que España se integrase en el grupo de países que accediesen a la moneda única. Esto supuso hacer que la inflación fuese similar a la del resto de los países de la Unión, que el déficit público se ajustase a unos parámetros determinados por Bruselas y que nuestra producción fuese competitiva de cara al exterior.
Se logró la integración en la moneda única pero las tensiones inflacionistas, casi el doble que la media europea, hicieron a nuestra industria menos competitiva.
El resultado de esa liberalización de la economía ha sido muy desigual. Ha afectado notablemente a los sectores productores de bienes y de forma especial a los tres tradicionalmente más protegidos, siderometalúrgico, textil y agroalimentario y a sus respectivas burguesías; pero muy poco a la prestación de servicios (energía, banca y telecomunicaciones, algunas de cuyas empresas funcionaban en régimen de monopolio corno Telefónica y CAMPSA). Todo ello a pesar de que la Unión Europea exigió una apertura sin restricciones y la privatización de las empresas estatales.
Por otra parte, la estructura económica continuó su deslizamiento hacia el sector secundario y sobre todo el terciario, con la consiguiente disminución del primario. El excedente de mano de obra que aún existía en este sector se desplazó hacia las ciudades donde no siempre encontró acomodo laboral.

España y la Unión Europea en la actualidad
España es el segundo país de la Unión Europea por su extensión (el mayor es Francia), el quinto por su población y también el quinto por su PIB (en ambos aspectos le superan Alemania, Reino Unido, Francia e Italia); es decir, tanto por su extensión, por su demografía y su riqueza es uno de los grandes países europeos.
Pero si en lugar de los valores absolutos nos fijamos en los relativos, la visión es diferente. Por ejemplo, frente a una densidad de población cuya media europea es de 117 hab/kmI. España no llega a 80 hab/kmI. El crecimiento vegetativo que en la Unión es de 0,7% en España es de 0,1 (el más bajo de toda Europa), Si el PIB en lugar de en términos absolutos lo medimos «per cápita», el español está bastante por debajo de la media europea, ya que apenas llega al 70%, aunque hay regiones que superan el 75%.
Debido al bajo PIB per cápita, desde su ingreso en la antigua CEE, España ha recibido más dinero de la Comunidad del que ha aportado. Merced a esa ayuda comunitaria nuestro país ha recortado en un tercio la distancia que separaba la renta media española de la de los países de la Comunidad, lo que se ha traducido en un indudable aumento de la riqueza y el bienestar nacional. Aún en el año 2002 recibió 6.7 10 millones de euros (1.1 billones de pesetas) más de lo que aporta.
Cuando se iniciaron las conversaciones para la apertura de la Unión Europea hacia los países del Este y para limar las suspicacias y recelos de los países que reciben de la Unión más fondos de los que aportan, se formuló la llamada Agenda 2000, que con vigencia hasta el año 2006, aseguró para España la recepción del 26,9% de los fondos comunitarios que se repartirán en dicho periodo.

Disparidades económicas en la Unión Europea y las políticas comunitarias de cohesión territorial
Dentro de la Unión Europea hay unos estados más pobres que otros y dentro de cada estado hay regiones más favorecidas por el desarrollo económico y otras menos. Para armonizar el desarrollo económico y social entre las regiones y los países de la Unión se han propuesto unas políticas comunitarias.
Dichas políticas comunitarias han de obedecer a unas prioridades con el fin de conseguir unos determinados objetivos. Existen además unas iniciativas comunitarias que han de obedecer a las prioridades y objetivos anteriores. La financiación de todo ello es llevada a cabo por los Fondos Estructurales y de Cohesión.

 

Principios de las políticas comunitarias período 2000- 2006

Prioridades

Objetivos

Iniciativas comunitarias

Fondos estructurales y de cohesión

1. Igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres

1. Desarrollo y ajuste estructural de las zonas menos desarrolladas

INTERREG III: acciones de cooperación transfronteriza, transnacional e interregional

FEDER: Fondo Europeo de Desarrollo regional

2. Desarrollo de la Sociedad de la Información

2. reconversión económica y social de las zonas con deficiencias estructurales

URBAN: revitalización económica y social de las ciudades

FSE: Fondo Social Europeo

3. Desarrollo local y urbano

3. Adaptación y modernización de las políticas de educación, formación y empleo

LEADER PLUS: promoción del desarrollo rural

FEOGA_ Fondo Europeo de Orientación y Garantías agrarias

4. Preservación medio ambiente y desarrollo sostenible

 

EQUAL: eliminación discriminaciones y desigualdades sociales en mercado de trabajo

IFOP: Instrumento Financiero de Orientación de la Pesca

5. Competitividad de las empresas

 

 

 


Los Fondos Estructurales son aquellos cuyo fin es mejorar el nivel de vida de esas regiones. Las ayudas de esos Fondos Estructurales se conceden como parte de programas a largo plazo previamente aprobados por las autoridades locales.
Durante el periodo 2002 2006 los Fondos Estructurales se han distribuido conforme a tres objetivos:

• Objetivo 1: para las regiones menos desarrolladas, que tienen un PIB per cápita inferior al 75% de la media de la Unión. Hay regiones de este tipo en nueve países de la Unión. En España todas menos Cataluña, País Vasco, Madrid, Ara¬gón, Navarra, Islas Baleares y La Rioja. Este objetivo abarca al 22,2% de la población comunitaria.

• Objetivo 2: para las regiones en las que por estar su industria en declive sufren una crisis económica por descenso en la producción y que por ello tienen un alto nivel de desempleo por lo que necesitan una reconversión industrial. En España todas las que no se acogen al objetivo 1. Afecta al 18% de la población (10% en zonas industriales y de servicios, al 5% en zonas rurales, al 2% en zonas urbanas y al 1 % en zonas dependientes de la industria pesquera).

• Objetivo 3: para las regiones que no están acogidas al objetivo n.' 1 y Decesi¬tan ayuda para la educación, la formación profesional y el empleo.

Las nuevas regiones europeas
La desaparición de las viejas fronteras político económicas está dando lugar a la aparición de regiones trasnacionales con problemas e intereses comunes. El éxito de tales regiones dependerá más de la eficacia en la coordinación de sus economías y cul¬turas, que de la lucha por conseguir poderes políticos propios.
Dando por supuesta la integración de la mayor parte de los países del viejo continente en la Unión Europea, entre tales nuevas regiones destacan o destacarán:
El arco atlántico o arco céltico que comprende el norte de Portugal, Galicia, la costa cantábrica española, la costa atlántica francesa, el sur de la isla de Gran Bretaña e Irlanda. En esta región es donde se producen más problemas políticos por la tendencia abiertamente autonomista o francamente independentista debido a las características culturales de sus principales pueblos: portugueses, gallegos, vascos, Gascones. bretones, galeses e irlandeses. Por las aguas de este arco atlántico navegan el 70% de los barcos que transportan mercancías contaminantes en Europa.
• La Banana Azul, nombre que los periodistas franceses dan al corazón industrial de Europa que va desde Manchester a Milán, englobando toda la cuenca del Rhin. En torno a esta región es donde surgió la primera unión europea que fue la CECA.
• El cinturón báltico, que englobará a los países de la antigua Liga Hanseática: Dinamarca, Alemania, Polonia, Lituania, Letonia, Estonia y Finlandia.
• El arco latino o arco del sol, que desde el golfo de Valencia comprende la Costa Azul francesa y termina en el golfo de Génova y el norte de Italia. En este norte de Italia, en Lombardía, el arco latino se une a la Banana Azul dando lugar a una de las regiones más ricas de Europa.
• El arco alpino adriático, que con base en países que pertenecieron al antiguo imperio Austriaco (Austria, Eslovenia, Croacia), están creando una red común de defensa medioambiental y de transportes.
• El cinturón danubiano que desde Alemania a Rumania y a lo largo de 10 países puede ser una gran red de transportes cuando se normalice la situación política en los Balcanes.
• La esquina helénica, que en torno a Grecia debe coordinar la economía de Macedonia, la Turquía europea y Chipre. Su éxito será mayor si se coordina con el cinturón danubiano a través de Bulgaria.

 

 

Las políticas comunitarias
Con base en los anteriores condicionamientos la Unión Europea ha desarrollado unas Políticas Comunitarias entre las que destacan:

La Política Agraria Comunitaria (PAC), obedece a las prioridades 1, 2 y 4, a los objetivos 1 y 2, a cualquiera de las cuatro iniciativas con especial importancia de la LEADER y se financia con el FEOGA. Además de asegurar el abastecimiento del mercado, pretende la consecución por los agricultores de unas rentas dignas y unos precios aceptables para los consumidores. Para ello establece cuotas de producción, unos precios mínimos y recurre a las subvenciones directas al agricultor. El FEOGA gasta casi la mitad del presupuesto comunitario.
En virtud de la PAC, la Unión Europea negocia acuerdos agrícolas con otros países.
La PAC ha elevado notablemente los niveles de bienestar de los agricultores comunitarios pero su régimen de subvenciones es muy criticado por los países menos desarrollados por entender que se opone a la globalización.

• La Política Pesquera Comunitaria (PPC) tiene prácticamente los mismos condicionamientos que la PAC.También establece cuotas pesqueras y precios, Y negocia acuerdos pesqueros con otros países Se financia con el IFOP.

• La Política Social Comunitaria (PSC) se basa en las prioridades 1, 2 y 5, en el objetivo 3 y en la iniciativa EQUAL. Se financia con el FSE.
• La Política Regional Comunitaria (PRC) pretende la reducción de las desigualdades regionales; obedece a la prioridad 3, en el objetivos 2 y se financia esencialmente con los fondos FEDER y FSE.

 

 



 

 

 


     

 

 

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